Para aportar un ambiente adecuado a un animal hay que tener en cuenta todos los aspectos posibles de su anatomía, fisiología y conducta. Según estas características, se puede decir que cada especie, o incluso cada raza o tipo de animal, tendría de forma teórica un ambiente idóneo (posiblemente inalcanzable desde el punto de vista económico y de rentabilidad). Cuanto mayor sea la idoneidad del ambiente artificial, menor esfuerzo supondrá para el animal adaptarse y mejor será su bienestar. Por ejemplo, para un cerdo de engorde de unos 50 kg la temperatura ambiente óptima está alrededor de los 20ºC. Cuanto más nos alejamos de esta temperatura, mayor coste (conocido como coste biológico) le supondrá al animal el poder adaptarse, tanto desde el punto de vista conductual (buscando fuentes de calor o refrescándose, según sea el caso) como fisiológico (activando diferentes mecanismos de pérdida o producción de calor). Este ejemplo permite ilustrar también cómo diferentes tipos de animales (lechones, verracos, cerdas gestantes, etc) presentan diferentes necesidades de temperatura ambiental.
¿Cómo podemos medir el grado de adaptación de los animales?
Si el ambiente artificial (las condiciones de producción) se asemeja al idóneo, el coste para los animales será bajo y probablemente no observaremos efectos negativos o serán muy leves. Cuanto menos idóneas sean las condiciones de producción, mayor será el coste necesario para adaptarse. Si el coste de adaptarse es alto aparecen problemas indicativos de un bajo nivel de bienestar, por ejemplo, disminución del índice de crecimiento o incremento de repeticiones de celo. Si el coste biológico aumenta, aparecen además un mayor número de problemas sanitarios y mortalidades más elevadas. Por lo tanto, el BA debe entenderse como una guía del buen o mal funcionamiento de una explotación y que puede ayudarnos a buscar y corregir errores en el sistema de producción (instalaciones, sistema de alimentación, estabilidad de grupos sociales, temperatura ambiente, etc).
Figura 1. de la relación entre la idoneidad del ambiente, el coste biológico de la adaptación y el nivel de Bienestar Animal.
En resumen, la preocupación por el bienestar de los animales en una sociedad avanzada se basa, en primer lugar, en cuestiones éticas básicas que, creemos, no necesitan aclaración. Y en segundo lugar en cuestiones económicas ya que, como hemos explicado, una explotación ganadera con nivel adecuado de bienestar presenta mejores rendimientos productivos y reproductivos y, por lo tanto, económicos. Por último, existe además una legislación que obliga a mantener un mínimo de idoneidad en las explotaciones porcinas.
Somos conscientes de que dicha legislación ha creado cierto rechazo en el sector ganadero ante el concepto de bienestar animal. Y es muy probable que esto se deba, más que al contenido, a la manera en que se ha impuesto dicha legislación. Además, el sector debería haber sido educado, más que informado, en cuestiones de bienestar animal, para evitar ideas erróneas sobre este concepto. Por ejemplo, la idea de que "para conseguir un elevado grado de bienestar animal hay que aplicar sistemas extensivos de producción" es incorrecta. Estos sistemas pueden facilitar el trabajo para conseguir buenos niveles de bienestar, pero también presentan inconvenientes desde el punto de vista del BA. Otra idea errónea sobre el bienestar animal es pensar que para mejorarlo hay que "gastar" grandes cantidades de dinero modificando las instalaciones. Es posible que algunas modificaciones supongan un desembolso más o menos importante pero en general, y dado lo explicado en este capítulo, más que como un gasto habría que entenderlo como una inversión.